domingo, 2 de mayo de 2010

MALA LEY DE TV PERO ES LA LEY

La legislación de televisión es abundante pero dispersa, normas con vocación de transitoriedad pero que se han perpetuado o a veces desfasada y obsoleta, con falencias para adaptarse a estos tiempos y por lo tanto, regularmente sometida a cambios frecuentes, por medio de resoluciones y acuerdos firmados por los comisionados o Leyes nacidas entre consejas y conveniencias en el seno del Congreso de la República.
El proyecto que cursa en el Senado para ser sometida a plenaria en las próximas semanas trae más de una sorpresa para diferentes actores de la industria, por un lado pretende descapitalizar el pretendido y deseado Fondo de Desarrollo de la Televisión Pública, (FDTV) repartiendo a pupitrazo limpio partidas para canales locales, sistemas de cable comunitario, Comisión de Regulación de las Telecomunicaciones, producción independiente, entre otros beneficiarios futuros todos ellos con razones de tipo económico, técnico y social, pero el beneficiario de peso en esta sazonada ley de televisión es el llamado Canal del Congreso, una señal cuasi pirata que aún no tiene asignada una frecuencia radioeléctrica ni en VHF ni en UHF.


Se le asegura la entrega del 1% del FDTV  y adicionalmente entraria a beneficiarse de los recursos necesarios para diseñar la parrilla de programación. Ya veremos a Senadores y Representantes tramitando ante la CNTV la financiación de un sin número de proyectos, que debilitarán la independencia de los comisionados.

De otro lado se pretende borrar de un tajo la actual licitación del tercer canal, al incluir en un articulado que no podrá haber adjudicación cuando solo exista un proponente interesado o hábil para participar en la subasta pública. Un galimatías que enreda el ámbito jurídico de los procesos licitatorios más importantes del país.

La puja por el tercer canal está claramente definida en los prepliegos de la licitación para los oferentes, siempre estará sobre la mesa el gana-gana, sin deprimir al apostador ni cometer detrimento patrimonial al erario público. Esperamos que los incumbentes sean respetuosos de las reglas y no las cambien.


Volviendo al proyecto de Ley de televisión se quiere comercializar la programación cultural y educativa de la televisión pública nacional, quisiera ver el ejecutivo de cuenta que logre la meta de vender el 30% de la parrilla de programación de Señal Colombia, una misión imposible es pretender algo de la torta del mercado caracterizado por tener en el top de los primeros 20 programas mas pautados, como novelones de todo tipo realitys y cine violento. Para citar un ejemplo, el “Show de las estrellas” de Jorge Barón debe recurrir a un impresionante bazar de anuncios y pancartas que viola abiertamente la normatividad, solo para conseguir cubrir los gastos de producción y eso que es un programa de entretenimiento.

Es la mala Ley de televisión, pero es la Ley. Es mala porque se ha redactado pensando en el trueque y las dádivas para todos. Por ejemplo, si el senado logra quitarle la carga prestacional que tiene la CNTV con los extrabajadores de Inravisión para que Minhacienda asuma su deber, a los comisionados se les duplicará el tiempo de permanencia en ente regulador y se creará un cargo mas, el de Director General, y en gratitud financiarían el Canal de los Congresistas.

La ley debe propender por controlar el crecimiento de operadores públicos, anticipándose a la implementación y desarrollo de la televisión digital, que tecnológicamente puede asignar canales multiplexados que se puedan conectar nacional o regionalmente y que sean producidos por técnicos realmente capacitados y no entes burocráticos regionales costosos e inoperantes administrados al vaivén de la política departamental y local, canales regionales que le han costado 200mil millones de pesos al FDTV en los últimos cinco años.

Si el proyecto contiene algunos articulados que benefician y protegen la industria en general, no es conveniente vestir el lobo de abuelita.

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